2/9/09

Sleep Dealer



Salvo contadas excepciones, la ciencia ficción es un espacio mítico en el que el primer mundo negocia sus propias ansiedades con respecto al progreso y la tecnología. Esto apoyado en la extraña e ingenua idea de que el progreso está exclusivamente circunscrito a los centros urbanos de poder y que el tercer mundo está sentado a la vera del camino esperando su turno. Como si las revoluciones tecnológicas solo hubieran alterado de manera radical el paisaje de Nueva York o de Londres y no el de las montañas de Bolivia donde se extraen minerales o de los tugurios de nuestras ciudades. Por fortuna ese no es el caso de "Sleep Dealer", una nueva película del peruano-gringo Alex Rivera hablada casi en su totalidad en español, que dibuja una Tijuana de un futuro cercano en donde el movimiento indiscriminado de trabajores de la economía global ha tomado dimensiones cada vez más aterradoras. El director y escritor crea un mundo donde, a través de la red, los trabajadores del tercer mundo pueden transportar su trabajo sin ocupar un espacio físico en el primer mundo. Mejor dicho, cumplir el sueño dorado de la economía mundial de tener el trabajo sin encartarse con la gente.

Desde esta nueva perspectiva, Memo, una especie de Luke Skywalker sin poderes jedi y sin destino manifiesto que trabaja en una tecnomaquila que le permite controlar una máquina en algún lugar de Estados Unidos para realizar todo tipo de tareas. De igual manera, seguimos la historia de Rudy un soldado gringo de origen mexicano que maneja drones que bombardean a placer cuanto "enemigo" encuentran en cualquier parte del mundo, incluyendo Oaxaca, lugar de origen de Memo. Entre ambos personajes está Luz, una bloggera que en vez de escribir, registra sus recuerdos y los vende en la red. Ella se enamora de Memo mientras Rudy sigue su romance a la distancia. Esta red de conexiones habla sobre uno de los temas principales de la película, la conectividad y la forma como nuestras identidades individuales están determinadas por nuevas formas de percibir la realidad y de generar nuevas relaciones humanas (con nosotros mismos, con los demás).

Uno de los elementos de la historia que más me llamó la atención es el hecho de que más allá de dibujar personajes inexorablemente buenos o malos, "Sleep Dealer" construye un serie de personajes que encajan y se relacionan entre sí a partir de estructuras sociales globales que los determinan más allá de su capacidad de alterar su propia realidad. A diferencia del modelo gringo donde el héroe es el elegido que nos va a salvar a todos de la represión, Memo, Rudy y Luz son engranajes del sistema que si bien negocian e irrumpen con la realidad son al mismo tiempo reproductores de la misma. Esto es un verdadero acierto porque no nos pinta una distopía con solución sino que nos alerta sobre nuestro presente de manera seria y madura (Digo, ese cuento de la historia con el final feliz obligatorio es tratar al espectador como un idiota que no puede enterarse de que el mundo no, ¡el mundo qué! El mundo no es feliz).

Me sentí identificado con la idea de que cuando se pasa al otro lado de la frontera (a través de la red o físicamente), empiezas a ocupar un nuevo cuerpo porque uno es codificado de otra manera. Memo al norte del río Grande es una máquina trabajadora que está en una condición de humanidad diferente, por no decir desigual. Así como, para bien o para mal, pasas de ser un tipo normal en las calles de Bogotá a ser el hombre latino que representa una amenza o que es exótico en las calles de una de esas aldeas con autopistas que ellos llaman cities.

Trailer:



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