28/9/09

District 9 o cómo saber que estás viejo


Qué raros son los tiempos del cine en este país. El tiempo que se demoran en llegar las buenas películas es inversamente proporcional al tiempo que duran en cartelera. En este panorama, hay que ser muy lenteja para no buscar fuentes alternativas de distribución que como si fuera poco es de cachete (o más o menos porque hay que restar el costo en tiempo y la conexión a internet). En ese contexto, me vi District 9, una nueva película de ciencia ficción que puso a los bloggers a babiar teclado cuando fue estrenada este verano. Me picó la curiosidad y preparé una noche dominguera para darla por vista y poder dejar atónitos a mis contertulios. Juro que tenía las mejores intensiones pero más allá de la coraza pienso que no hay mucho que rescatar.

Creo que después de ver Sleep Dealer y teniendo en cuenta los temas que parecía proponer su director Neill Blomkamp, me decepcionó. En mi cabeza, me había hecho a la idea de que, más allá del tema de la discriminación racial (la película sucede en Sudáfrica), el planteamiento central era un comentario sobre el desarrollo y las dinámicas sociales que se forman en torno a los desplazados (un tema determinante en varios países de África como Sudán, Ruanda y Colombia es pasión). O tal vez, pensé que la película iba a servir para pensar en la distribución de los recursos básicos como el agua en la misma Sudáfrica o en la lejana Cartagena.

De hecho, la presencia de una organización "humanitaria" internacional como mediadora permitió que me hiciera ilusiones. Pero después de haberla visto siento que se quedó corta. Más que un espacio de reflexión, District 9 usa estos temas como disculpa para ambientar una historia sin mucha profundidad. Según mis políticas de vida, pedirle profundidad y responsabilidad conceptual al cine comercial es un síntoma de vejez.

El otro punto que para mí se quedó en el tintero de las ilusiones es el manejo de fuentes audiovisuales alternativas como herramienta narrativa. Yo en mi cabecita pensé que podía tratarse de una estrategia para hablar sobre los espacios de vigilancia y control, sobre la tecnología y el miedo. Pero tampoco se logró por ese lado.

Si como dicen muchos esta película habla de frente sobre raza, creo que en efecto lo hace pero en negativo. No sé todavía qué es más racista: convertir al otro en una raza incomprensible que rebusca basura (los extraterrestres) o aportar un ejemplo más de los estereotipos de los negros (en este caso, traficantes nigerianos) en el cine mostrándolos como villanos caníbales totalmente deshumanizados.

Hacia el final de la película me sentía viendo una versión engallada de La Mosca con la moral del Capitán Planeta. En este panorama, me quedo con Star Trek que por lo menos tiene la disculpa de ser enteramente de acción.

2/9/09

Sleep Dealer



Salvo contadas excepciones, la ciencia ficción es un espacio mítico en el que el primer mundo negocia sus propias ansiedades con respecto al progreso y la tecnología. Esto apoyado en la extraña e ingenua idea de que el progreso está exclusivamente circunscrito a los centros urbanos de poder y que el tercer mundo está sentado a la vera del camino esperando su turno. Como si las revoluciones tecnológicas solo hubieran alterado de manera radical el paisaje de Nueva York o de Londres y no el de las montañas de Bolivia donde se extraen minerales o de los tugurios de nuestras ciudades. Por fortuna ese no es el caso de "Sleep Dealer", una nueva película del peruano-gringo Alex Rivera hablada casi en su totalidad en español, que dibuja una Tijuana de un futuro cercano en donde el movimiento indiscriminado de trabajores de la economía global ha tomado dimensiones cada vez más aterradoras. El director y escritor crea un mundo donde, a través de la red, los trabajadores del tercer mundo pueden transportar su trabajo sin ocupar un espacio físico en el primer mundo. Mejor dicho, cumplir el sueño dorado de la economía mundial de tener el trabajo sin encartarse con la gente.

Desde esta nueva perspectiva, Memo, una especie de Luke Skywalker sin poderes jedi y sin destino manifiesto que trabaja en una tecnomaquila que le permite controlar una máquina en algún lugar de Estados Unidos para realizar todo tipo de tareas. De igual manera, seguimos la historia de Rudy un soldado gringo de origen mexicano que maneja drones que bombardean a placer cuanto "enemigo" encuentran en cualquier parte del mundo, incluyendo Oaxaca, lugar de origen de Memo. Entre ambos personajes está Luz, una bloggera que en vez de escribir, registra sus recuerdos y los vende en la red. Ella se enamora de Memo mientras Rudy sigue su romance a la distancia. Esta red de conexiones habla sobre uno de los temas principales de la película, la conectividad y la forma como nuestras identidades individuales están determinadas por nuevas formas de percibir la realidad y de generar nuevas relaciones humanas (con nosotros mismos, con los demás).

Uno de los elementos de la historia que más me llamó la atención es el hecho de que más allá de dibujar personajes inexorablemente buenos o malos, "Sleep Dealer" construye un serie de personajes que encajan y se relacionan entre sí a partir de estructuras sociales globales que los determinan más allá de su capacidad de alterar su propia realidad. A diferencia del modelo gringo donde el héroe es el elegido que nos va a salvar a todos de la represión, Memo, Rudy y Luz son engranajes del sistema que si bien negocian e irrumpen con la realidad son al mismo tiempo reproductores de la misma. Esto es un verdadero acierto porque no nos pinta una distopía con solución sino que nos alerta sobre nuestro presente de manera seria y madura (Digo, ese cuento de la historia con el final feliz obligatorio es tratar al espectador como un idiota que no puede enterarse de que el mundo no, ¡el mundo qué! El mundo no es feliz).

Me sentí identificado con la idea de que cuando se pasa al otro lado de la frontera (a través de la red o físicamente), empiezas a ocupar un nuevo cuerpo porque uno es codificado de otra manera. Memo al norte del río Grande es una máquina trabajadora que está en una condición de humanidad diferente, por no decir desigual. Así como, para bien o para mal, pasas de ser un tipo normal en las calles de Bogotá a ser el hombre latino que representa una amenza o que es exótico en las calles de una de esas aldeas con autopistas que ellos llaman cities.

Trailer:



9/8/09

Eso es amor.


En mayo de este año, un grupo de fanáticos del Señor de los Anillos lanzaron una película original titulada The Hunt for Gollum (La cacería de Gollum). En vista de que es una producción hecha sin ánimo de lucro se puede ver en internet sin niguna restricción. Cuando el fanatismo se junta con internet produce objetos intangibles impensables hace unos años. ¡Qué vivan esos gestos de amor incondicional!

Vea la película con la opción se subtítulos en varios idiomas allí:

9/7/09

The Goode Family o la bondad enfermiza

El verano es una época en la que los productos televisivos más variopitos salen a la luz mientras las fórmulas requetecomprobadas de la planilla se toman un descansito. La mayoría de veces se trata de series de televisión que bien merecen quedar en el olvido pero de vez en cuando aparecen propuestas que superan las expectativas. Entonces la única forma de presionar al mundillo de los ejecutivos es recomendar la serie y esperar que a los dueños de la tlevisión les parezca un buen negocio. En esta ocasión se trata de la nueva comedia animada de Mike Judge, The Goode Family. Y como era de esperarse, está buenísima.


Al igual que en Beavis & Butthead y King of the Hill, Jugde hace gala de sus dones de observación para contarnos la vida de otro pequeño sector de la sociedad gringa. Esta vez es el turno de los liberales blancos y su activismo dentro del consumismo. El producto final es un catálogo de tendencias e ideas sobre cómo salvar el planeta y de la forma como cada una eventualmente se desvanece en el universo mental de los hijos del suburbio. Tal vez por el contacto personal que tuve con estos especímenes en mi recorrido por el país del norte, o simplemente porque Judge y su equipo son muy buenos, pero lo cierto es que The Goode Family es una serie que logra reirse de las limitaciones que las buenas intenciones tienen en el mundo en que vivimos de una forma directa y descarnada.

Si King of the Hill era una caricatura de población derechista, sectaria e ignorante que eligió a Bush dos veces, The Goode Family nos muestra el otro lado del espectro. Una familia dispuesta a pagar lo que sea por un huevo con tal de que la caja les asegure que su impacto en el mundo es mínimo o por lo menos siempre bondadoso. Si la ingenuidad del padre de KotH provenía de su fe ciega en los mitos patrios (armas, capitalismo, producción en masa, el suburbio, etc.), los Goode se refugian en el producto alternativo a esos ideales aunque de igual manera sigan reproduciendo dichos elementos.

Espero que esto sea suficiente para llamar su atención, mis queridos colegas artificiales.

8/5/09

Låt den rätte komma in (2008)


Me vi Låt den rätte komma in (Déjame entrar en España; Let the right one in en USA) del director sueco Tomas Alfredson. Se trata de una historia de amor adolescente entre un vampiro (Eli) y un jovencito tímido y retraído (Oskar). La película está muy buena porque no se conforma con ser una mutación más de las normas del horror. En cambio se atreve a contar una historia de amor adolescente con dos personajes muy bien construidos e interesantes. En las situaciones en las que el común denominador del cine haría del vampiro un monstruo, Let the right one in nos muestra toda su vulnerabilidad, léase humanidad.

Aunque la película transcurre en los pentabulosos años ochenta, por momentos da la sensación de que podríamos estar en cualquier época de la modernidad, de que, como las mejoras historias de vampiros, el tiempo se repite y las novedades de hoy serán tan ordinarias como hoy son las del pasado.

Déjame Entrar es una pequeña rareza del mundo del cine que vale la pena ver y volver a ver.

Trailer:

31/3/09

Wendy and Lucy (2008)


No hay muchas referencias mediáticas masivas que sirvan para explicar cómo es una ciudad pequeña de Estados Unidos de esas que desde los setenta están en peligro de extinción. El suburbio, la escuela, el mall, el pueblito idílico y las capitales económicas son topos que están requete poblados de reflejos artificiales. Pero los espacios que no suelen habitar, o recordar con nostalgia, las poblaciones de consumo triple A parecen estar condenados al olvido. Wendy and Lucy de Kelly Reichardt es una película que transita estos espacios con la fuerza emotiva de una historia sin ketchup que sobresale por lo impecable de su simplicidad. Cuando alguien me pida que le explique cómo es Worcester, esta película será una referencia perfecta para hablar sobre los parqueaderos, la basura y los parajes perdidos del tercer mundo dentro de gringolandia.

Wendy (Michelle Williams) es una mujer joven que queda varada en una ciudad pequeña cuando su carro, que también le sirve de casa, de descompone. Su situación se vuelve todavía más difícil cuando pierde a su perra, Lucy. Ehh... y ya. Esa es básicamente la historia. Lo interesante es que está contada con un naturalismo sin moraleja que se deshace de cualquier tipo de afección emotiva. Reichardt se esfuerza por desterrar cualquier tipo de retórica visual para contar una historia que en manos de un director sin escrúpulos sería el remake de Benji. De alguna manera, el gran acierto de Wendy y Lucy es que está contada sin signos de admiración. Su narración no nos obliga a sentir miedo o a llorar o a sentir compasión así al final terminemos haciéndolo.

El otro ingrediente importante de esta película es que habla sobre espacios donde la crisis económica viene siendo una realidad desde hace décadas. Durante los debates presidenciales gringos se habló mucho sobre Main Street en contraposición a Wall Street pero les faltó hablar sobre los callejones que hay entre las dos, sobre las ciudades de carpas de California o del estado de Washington, sobre los trailerparks o sobre las casas al lado de las vías del tren. Aunque no creo que esta cinta sea parte del retorno del espíritu social del Hollywood de los setenta, siempre es bueno que existan excepciones a la regla del escapismo enfermizo del cine norteamericano especialmente en un momento en el que mucha gente, porque quiere o porque le toca, está pensando sobre estos temas.



Solo espero que los genios que traducen los títulos de las películas para Latinoamérica no les de por decidir que Wendy and Lucy se debe llamar La mascota de la esperanza o El canino del camino.

2/1/09

Love to Eartha


Las blogosferas concéntricas están llenas de obituarios y obituarios palabreros que me tienen un poco cansado. Para cambiar la rutina, vamos a despedir a Eartha Kitt con un chiste flojo: ¡mmmmmmiachao!
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